El español en la Red

por / sábado, 02 agosto 2003 / Publicado en5 días

El principal problema al que se enfrenta la Red es la hipertextualización de sus contenidos. Y no me refiero con esta palabra al uso del hipertexto que le es consustancial, sino al uso excesivo del texto como herramienta comunicativa con las limitaciones que le son propias en la galaxia Guttenberg.

Hasta ahora, tanto los medios de comunicación tradicionales como los alternativos en un alto porcentaje han optado por una traslación del papel a la Red, de las ondas a la Red, de sus mensajes y sus géneros. Mismas estructuras, mismas composiciones, mismas fórmulas en general, son repetidas invariablemente con mínimas transformaciones más obligadas que voluntarias. Encontramos idéntica distribución en columnas en medios escritos, los mismos audios emitidos por antena, las piezas ya emitidas allí archivadas cuando hablamos de televisión. Tan sólo variaciones mínimas, como la desaparición de recuadros, filetes o corondeles, nos advierten de que no estamos ante un medio impreso. Y todo destinado a que leamos en la pantalla como lo hacemos ante el libro, ante el diario, ante el folleto. Inexplicable.

Todo ello nos lleva a la necesidad de afrontar un nuevo lenguaje. Y con ello, a la construcción de un nuevo español. Un español que además de tener en cuenta la interferencia continua de vocablos, ora americanos, ora regionales, y comprenderlos y explicarlos, deberá solucionar todas las problemáticas que el desarrollo de la World Wide Web bajo el soporte del inglés trae consigo. Por ejemplo, un viejo enemigo de todos nosotros, el Kerning, el sistema que en una tipografía compensa los entrantes y salientes de las letras contiguas de modo que no se produzcan rupturas en la uniformidad del conjunto.

Otra cosa es la ampliación de las posibilidades que la tipografía puede darnos en la Red. Con el uso de la tipografía podemos inferir de un texto su carácter oficial, empleando por ejemplo un tipo como Courier, o transmitir autoridad con la ayuda de Times New Roman, o elegancia con una tipografía bonomi, o energía con esa preciosa Impact, o trasladarnos emocionalmente al medievo para emplear un cita, adornándola con el uso de la atractiva Old English. Todas estas posibilidades son explorables en la Red hasta límites mucho mayores que los impresos, constreñidos por la necesidad de mantener una cierta uniformidad plausible.

Y aún hay más. Porque nuestro nuevo español puede tener un elevado grado de didactismo inserto. El hipertexto nos permite colocar en cada palabra dudosa una advertencia de su grafía errónea, o si se tratara simplemente de un vocablo arcaico la época más gloriosa de su uso, o cualquier otra anotación pertinente sin la necesidad de llenar de notas el texto, convirtiéndolo a la sazón en una especie de diccionario completo.

Es esa labor didáctica y formativa la que tiene que adoptar el español en la Red en esta primera etapa. Una labor que es en parte responsabilidad de los medios de comunicación, sobremanera de los públicos, como demuestra sabiamente la BBC animando al aprendizaje del inglés, y facilitándolo, como algunos políticos (pocos pero ilusionados) animan a exprimir más este fruto. Esta semana hemos asistido en los Cursos de Verano de la Complutense en El Escorial a un sinfín de reflexiones sobre el futuro del español en la Red y parece conclusión general la necesidad de hacer algo más por nuestra lengu@, sea la castellana, la asturiana, la catalana o la gallega. Pero todos. Y mañana…, hablaremos del gobierno.

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