La calle es mía

por / sábado, 16 marzo 2002 / Publicado en5 días

Quienes tenemos memoria y pudimos vivir aquellos años calificados de transición y el posterior asentamiento de nuestra joven democracia aún tenemos en alguna celda de nuestra memoria aquella vieja frase que da título a estas líneas y pronunciara Manuel Fraga. Una frase que recobra actualidad tanto en la Red como en nuestro país. Cada día es más evidente que se intenta acotar en la Red un espacio en el que no quepan las libertades que hasta el momento han propiciado el crecimiento de Internet, al mismo tiempo que se acota en la calle un espacio para que no tengamos acceso a él según qué ciudadanos. Es la nueva moda: acotar espacios contra los piratas en Internet y contra todos en la calle. La tendencia que se marca en el mundo real no tarda en trasladarse al virtual como nos ha recordado el medio-aniversario del 11-S, ese fatídico día que ha causado la adopción de medidas tan discutibles para la seguridad como inapropiadas para garantizar la libertad individual. Medidas adoptadas en todos lados, menos, al parecer, en los aviones de Iberia (piloto dixit). Así que esta vez, como excepción, vamos a olvidarnos de los bits y centrarnos en esos ladrillos que anticipan tendencias.

En la capital han dado una vuelta de tuerca más a los madrileños que hace tiempo asisten impertérritos a la surrealista escena de las alambradas rodeando los parques infantiles para evitar que en horario nocturno se hagan botellones. Las mismas alambradas que rodean la Cumbre europea de Barcelona para que no sean interrumpidos los políticos con las legítimas reclamaciones de quien se quiera manifestar libre y pacíficamente. Poco importan los inconvenientes que genera a la ciudadanía la moda de las alambradas: que dificulte el transporte público, el acceso a una maternidad o a los colegios de la zona. Poco importa que las alambradas anti-botellón incumplan la normativa de los parques infantiles. Porque este año nos hemos convertido en el país idóneo para convertir iconos sociales en problemas y descubrirlos mediáticamente para recrearnos en ellos, como pasa con las fiestas bacaladeras de siempre que ahora parece que alguien ha decidido denominar eufemística y conservadoramente ‘narco-fiesta’.

Muchos tampoco nos habíamos enterado muy bien porqué, en ocasiones, nos pasamos tantas horas navegando por la Red, a riesgo incluso de ser marcados con el estigma de la ciberadicción, que perdemos cierto contacto con el mundo real y la posibilidad de obtener millones de ideas que trasladar a los lectores. Porque al igual que la realidad se empeña habitualmente en superar a la ficción, el mundo real supera con creces al virtual. Un día de cama acompañado por un virus arroja un resultado estremecedor: Un perro pitbull que arranca los brazos de un anciano. Un arzobispado que vende para hacer adosados un terreno cedido por un feligrés para albergar una capilla en honor de la Virgen de Lourdes. Cientos de coches quemados en Valencia cada año, docenas cada semana. Una redada en una ‘narco-fiesta’ que es considerada un éxito por encontrar la policía dos bolsas de pipas y 100 pastillas de éxtasis de seis euros la unidad… Esta semana se ha iniciado además una campaña televisiva que podría calificarse de premonitaria. Una campaña publicitaria que se ha intercalado entre las noticias referidas de una fragancia para hombres que usa por lema ‘No trates de entenderlo’… Pues eso.

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